Hay momentos en la vida donde sentimos que la paciencia se nos agota. El arduo trabajo que desempeñamos en el hogar, los compromisos de trabajo, el anhelo de alcanzar metas y sueños, todas estas pueden ser razones perfectas para perder los estribos y desesperarnos. En momentos de estrés y presión, nos damos cuenta de lo impaciente que somos, la verdad es que nadie quiere esperar, nos hemos acostumbrado a una sociedad que avanza rapidamente y quiere todo de una vez. Ahora bien, hay cosas que no son instantáneas, ni que dependen de tí, hay situaciones que se escapan de nuestras manos y que no podemos resolver como por arte de…