Tener una familia feliz no es imposible, la felicidad en el hogar es responsabilidad de todos. Cuando un hombre y una mujer deciden amarse y compartir el resto de sus vidas, allí nace la familia.
Formar una familia quizá no tome mucho tiempo, pero formar un hogar feliz y sano lleva trabajo, pues nadie edifica estando acostado sin mover una piedra.
Así como para construir una casa, hay que preparar primero la tierra, luego colocar los cimientos y comenzar a levantar poco a poco la construcción, una familia feliz también se construye cada día.
»Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca. Cayeron las lluvias, crecieron los ríos, soplaron los vientos y azotaron aquella casa. Esta se derrumbó, y grande fue su ruina». Mateo 7:24-27 NTV
La roca firme en nuestro hogar debe ser Cristo.
Aún en las tormentas y dificultades Cristo asegura en su palabra cuidar de nuestro hogar cuando Él es el centro de la familia.
Por eso te digo: La felicidad en el hogar es posible cuando Cristo gobierna en tu casa, cuando decides trabajar en tu corazón y cuando edificas con amor, paciencia y comprensión.
Nuestro compromiso es amar, valorar y cuidar la familia por encima de nuestros intereses personales, entendiendo que cada uno en el hogar tiene su rol, pero todos trabajamos con el mismo enfoque.
El hombre y la mujer son aliados en esta gran tarea de colocar las bases correctas, luego con la llegada de los hijos, deben seguir construyendo con sabiduría, amor y disciplina.
Recuerda que el principio de la sabiduría es el temor a Dios y edificar un hogar sano, feliz y próspero requiere de mucha sabiduría.
El principio de la sabiduría es el temor de Jehová;
Los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.Proverbios 1:7
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